No se sabe bien quién descubrió la primera piedra de oro. Transcurría algún día entre 1693 y 1698. Probablemente la expedición era comandada por Duarte Lopes. En aquellas épocas los bandeirantes recorrían las montañas de Minas en la búsqueda de la legendaria Sierra de Sabarabuçu, relatada por los indios. Eran hombres rudos, pues las adversidades así lo exigían, pero no perdían la sensibilidad para reconocer lo que buscaban. Tanto es así que nuestro descubridor anónimo quedó curioso con las piedritas oscuras encontradas, mientras buscaban en el rio Tripuí. Oro negro, eclipse de un sol del más puro quilate, encubierto por una camada fina de oxido de hierro.
La muestra llegó a Rio de Janeiro a los ojos del gobernador, que ya había recibido otras anteriores de las minas de Itaverava. Constatando su valor, se dio inicio a la búsqueda. La fábula pobló la imaginación de aventureros, que se introdujeron en los bosques en la búsqueda de una referencia para la gloria, un pico llamado Itacorumi, hoy Itacolumi. A sus pies estaban las tan soñadas minas.
La bandeira de Atonio Días en 1698 fue la primera en llegar. La fundación de un primitivo pueblo se dio en el morro de São João donde también fue celebrada la primera misa por el padre João de Faria Fialho. Un grupo relativamente pequeño, que después se multiplicaría por miles. Treinta años después la ciudad contaría con cerca de 40 mil personas, la mayor aglomeración de toda América del Sur. Cuarenta mil intereses diferentes, con el mismo objetivo… Y el oro, a pesar de abundante, no era suficiente para alimentar la ambición. Por lo que empezaron los conflictos.
Entre 1707 y 1709 ocurrió el primer gran conflicto, envolviendo esencialmente a paulistas e portugueses: la Guerra dos Emboabas. Ambos defendían tener derechos legítimos sobre Eldorado, reivindicaban la concesión de tierras y minas. Todavía en 1709 sería creada la Capitanía de São Paulo y Minas de Ouro, teniendo Mariana como capital. Dos años más tarde los núcleos de Ouro Preto, Antônio Dias, Ouro Podre y Padre Faria fueron elevados a la categoría de villa. Nacía Vila Rica de Albuquerque.
Minas crecía y en 1720 se tornó en una capitanía autónoma, siendo la capital transferida para Vila Rica. Se encontraba oro como en ningún otro lugar.
A partir de 1750 el metal amarillo empezó a escasear. La Corona intensifica la fiscalización, combatiendo el contrabando (muy grande), y fuerza a los mineros a asegurarle las cuotas establecidas de impuestos. La opresión culminó con la “Inconfidencia Minera”, movimiento rechazado duramente por Portugal. Minas y Brasil no serían más los mismos.
Vila Rica se convirtió en la Imperial Cidade de Ouro Preto en 1823 y permaneció como capital de la Provincia de Minas Gerais hasta 1897, año de inaguracion de Belo Horizonte.
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